“…La revolución es el arte de unir fuerzas: la revolución es el arte de aglutinar fuerzas para libar las batallas decisivas contra el imperialismo”
Fidel Castro Rus
He decidido celebrar la vida con Fidel, haremos nuestra fiesta de cumpleaños juntos en estas páginas. La fiesta común son estas palabras sobre el destino de Nuestra América y su meridiano pensamiento sobre el futuro de la humanidad. Celebro con él pues a veces ni el tiempo, ni siquiera la muerte puede contra las ideas que son justas y hermosas, tanto que provoca bailarlas, lucharlas y volverlas a pensar. Hace falta celebrar la vida con fidelidad, levantar las banderas del socialismo y darle la alegría de una nueva victoria al continente.
Como revolucionarios latinoamericanos es importante reflexionar sobre nuestro programa de lucha común, pues, en las pretensiones de los sectores más burgueses, reaccionarios y contrarrevolucionarios de la política mundial está hacerse no sólo de las riquezas de Nuestra América, sino también determinar el rumbo político de las naciones a través de gobiernos serviles al imperialismo, para ello la explotación económica no basta, por cuanto la dominación en el campo ideológico y la vejación de nuestra identidad resultan estrategias para disminuir la importancia estratégica de nuestro continente frente al futuro de la humanidad. Si no reaccionamos a tiempo y con unidad, impondrán un neoliberalismo fascista en nuestro terruño, lo vimos con Bolsonaro en Brasil y lo vemos con Melei en Argentina. El ejemplo de liderazgo y la guía de Fidel nos sirven para comprender nuestro rol en tal escenario y avanzar:
“Este hemisferio decisivo para el futuro, que el imperialismo quiere controlar indefinidamente y podrán cada vez menos, se lo aseguro, podrán cada vez menos, porque con espíritu de conquista y de saqueo no se ganan los corazones de los pueblos de este hemisferio. A este hemisferio hay que venir a dar y a recibir, o si se quiere a recibir y a dar. En este hemisferio pienso, y yo no represento ni mucho menos el hemisferio, pero tengo derecho a pensar que hoy solo se puede venir a intercambiar, solo se puede venir a unir, solo se puede venir a ayudar y a ser ayudado; asistir y ser asistido, compartir y unirse no solo en busca de beneficios materiales o económicos, sino también en busca de paz, en busca de fuerzas que hagan prevalecer la cordura y la paz en el mundo, en busca de fuerzas que ayuden a salvar la civilización. Eso lo sé muy bien”. Yo me imagino al comandante, compañero y maestro diciendo estas cosas con el rostro iluminado, así como en el Retrato a Fidel (1981) de Oswaldo Guayasamin, donde su imagen parece un faro en la oscuridad, guiando y haciendo lo que él mismo llamaría el arte de la política.
Fidel otorga a toda la región un papel fundamental para el equilibrio mundial y para salvaguardar la civilización de los peligros del capitalismo, que a sus ojos es el causante de los mayores males sociales y ambientales que vive hoy el mundo. En este sentido Fidel es un gran bolivariano, pues reconoce en la unidad de nuestros pueblos la única forma de vencer sobre el imperialismo. “En la América Latina no debe quedar ni uno, ni dos, ni tres pueblos luchando solos contra el imperialismo. La correlación de fuerzas de los imperialistas en este continente, la proximidad de su territorio metropolitano, el celo con que tratará de defender sus dominios en esta parte del mundo, exige en este continente, más que en ninguna otra parte, una estrategia común, una lucha común y simultánea”. Estas palabras las pronunció en la primera conferencia de solidaridad de los pueblos de Asia, África y América Latina (Tricontinental) el 15 de enero de 1966 y son las palabras de Fidel abono para la conciencia del continente, que en este siglo vio nacer al ALBA-TCP y a la CELAC como plataformas para la integración y el desarrollo de la región. No fueron los fusiles los que dieron sentido a esta política, pero el imperialismo ve en la unidad de nuestros pueblos un arma de liberación más poderosa que cualquier bomba y por eso ha procurado boicotear desde la OEA y directamente contra cada gobierno progresista los esfuerzos por entendernos y desarrollarnos desde la unidad. Por eso atacaron a Chávez de manera feroz.
No se trata solo del petróleo, el agua, el gas, el hierro, el oro, las tierras raras y el litio como recursos económicos, sino de lo que esos recursos significan para la hegemonía imperisliata en un contexto en el que el mundo se reordena en torno a nuevos polos de poder y en el que las contradicciones tanto ambientales como sociales han expuesto al capitalismo como un sistema inviable para la humanidad, que vio con dolor e impotencia cómo en los países con mayor desigualdad y sin sistemas de salud pública morían por miles de COVID 19; que ve hoy cómo se desarrolla un genocidio televisado en Palestina; que constata cómo nos ponen en amenaza nuclear cada vez Rusia parpadea; y que atestigua cómo la democracia y el estado de bienestar se encuentra en jaque en el mundo occidental, pues, estos conceptos ya no son útiles a los intereses de los grandes capitales.
Fidel cree que la verdad es un recurso tan valioso, que sirve de combustible en una revolución. Y decir y defender estas verdades es una forma de celebrar la revolución. Venezuela y Cuba, por ejemplo, comparten las consecuencias de la guerra cognitiva que el imperialismo ejerce a fin de acabar con la verdad del pueblo, no obstante, Fidel plantea que no pueden engañar al mundo siempre, que incluso “El propio pueblo norteamericano reaccionará, porque en ese pueblo también hay millones de personas cultas, de personas inteligentes, que reciben noticias a través de Internet, que pueden ser engañadas bajo el impacto de un hecho dramático como la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York, en un estado emotivo de esa naturaleza; pero no puede –como decía Lincoln– ser engañado todo el pueblo todo el tiempo”. En tal sentido, es el conocimiento y la cultura el mejor de los antídotos contra la manipulación y el engaño. La revolución debemos hacerla no solo para tomar el poder político y económico y cultivar el socialismo, sino para liberar y desarrollar nuestras conciencias. En tal sentido, hay que hacernos de los gobiernos, los medios de producción y ahora también de las tecnologías de la comunicación para garantizar paz, justicia y belleza.
Ya no se trata únicamente de la lucha de los obreros, es la lucha de la especie contra su extinción. El capitalismo ha degenerado en un imperialismo transhumano y guerrerista que busca hacerse de los recursos naturales para determinar un orden social faraónico e hipercontrolado, donde la conciencia humana no tiene cabida, sino se adapta a la ilusión de libertad que imponen a través de las grandes industrias culturales, así como de la desigualdad material en la que vivimos. Frente a este escenario de injusticia y guerra, Fidel, un 10 de diciembre del 2015, le seguró en un mensaje al Presidente Nicolas Maduro “Estoy seguro de que solo con la paz para todos los pueblos de la tierra y el derecho a convertir en propiedad común los recursos naturales del planeta, así como las ciencias y tecnologías creadas por el ser humano para beneficio de todos sus habitantes, se podrá preservar la vida humana”.
Por David Gómez Rodríguez
@davidgomez_rodriguez