La región de Medio Oriente se encuentra al borde de una escalada sin precedentes tras un nuevo capítulo de violencia entre Israel, Yemen e Irán.
Este sábado, Israel lanzó un bombardeo contra un complejo residencial en Saná, la capital yemení, en un intento de asesinato selectivo contra Muhammad Abd al-Karim al-Ramari, jefe de Estado Mayor de las fuerzas hutíes, según reportó The Times of Israel.
El ataque, que tuvo como objetivo una reunión de alto nivel de dirigentes del movimiento hutí, aún no ha confirmado si alcanzó a su objetivo principal ni quiénes lo acompañaban.
El operativo israelí desató una respuesta inmediata. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) informaron la noche del sábado que detectaron misiles lanzados desde Irán hacia su territorio, lo que activó sirenas de alerta en varias zonas del país.
En un comunicado, el ejército señaló que trabaja para interceptar los proyectiles iraníes mientras realiza “ataques contra objetivos militares en Teherán”; por su parte, los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán anunciaron una nueva ofensiva con misiles y drones, en represalia por los recientes bombardeos israelíes.
La escalada ha generado una ola de críticas a nivel global. Rusia condenó los ataques de Israel, calificándolos como “no provocados” y “rotundamente inaceptables”, mientras el presidente Vladímir Putin se ofreció como mediador para evitar un conflicto mayor.
Desde América Latina, Venezuela, junto a Brasil, Cuba y Nicaragua, expresó su rechazo a las acciones de Tel Aviv, sumándose a países como Turquía, Arabia Saudita, Egipto y Pakistán, que también han llamado a la desescalada.
El mundo observa con preocupación este fuego cruzado, mientras la diplomacia internacional redobla esfuerzos para frenar una confrontación que amenaza con desestabilizar aún más la región.
En Venezuela, el gobierno ha reiterado su solidaridad con los pueblos afectados, abogando por una solución pacífica que priorice la estabilidad y el respeto al derecho internacional.
Con información de Nota de Prensa
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