El gobierno brasileño puso en alerta al país tras declarar estado de emergencia en ocho ciudades golpeadas por implacables lluvias que desataron severas inundaciones: Cruzeiro do Sul, Feijó, Mâncio Lima, Marechal Thaumaturgo, Plácido de Castro, Porto Acre, Rodrigues Alves y Santa Rosa do Purus son los municipios que hoy enfrentan una lucha contra la naturaleza desbordada.
El caos tiene un culpable claro: la furia de los ríos Acre, Juruá, Purus, Envira y Moa, que han roto sus límites tras días de aguaceros sin tregua; en Rio Branco, el río Acre marcó un preocupante caudal de 13,72 metros, superando la cota de inundación la semana pasada, según datos de Defensa Civil.
Las imágenes de calles convertidas en canales y hogares anegados han encendido las alarmas en la nación vecina.
Autoridades brasileñas trabajan contrarreloj para asistir a las comunidades afectadas, mientras los ojos del continente se posan sobre estas zonas, donde la fuerza del agua ha puesto a prueba la resistencia de sus habitantes.
La emergencia apenas comienza, y el pronóstico no promete respiro inmediato.
Con información de Nota de Prensa
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