El polémico y repugnante Donald Trump, quien fue candidato del Partido Republicano, asumirá por segunda vez la presidencia de los EEUU. El magnate consiguió la victoria sobrepasando por más de cinco millones de votos a su rival, la actual vicepresidenta Kamala Harris. El control político del multimillonario será mucho mayor que en su anterior mandato, pues esta vez además de ganar con el voto popular se ha hecho del Senado y es muy probable que logre el mismo resultado en la Cámara de Representantes. De ser así, Trump podrá gobernar con el Poder Legislativo y Judicial a su favor. Viendo el escenario uno se pregunta ¿Qué lo originó? ¿Cómo Trump pasó de enviar a sus seguidores a asaltar el Capitolio, con el estilo violento de Jacson Pollock al pintar “Naked man with knife” (1938), a ganar nuevamente las elecciones?
No fue un asunto de carácter ético o ideológico, como ha tratado de hacer ver el republicano al acusar a su contrincante de pertenecer a la izquierda radical de EEUU, es más bien un asunto de carácter económico. Los norteamericanos están centrados en mejorar su calidad de vida y el voto ha sido pragmático, pues gracias a la mala gestión de la inflación, el aumento del desempleo y la lenta recuperación del sector industrial luego de la pandemia, todos vieron afectadas sus cuentas bancarias en el gobierno de Biden. Para destacar esto, Trump expresó en varias ocasiones que la “administración Harris-Biden ha sido la más corrupta y deshonesta en la historia”, acusando de manera directa a los actuales gobernantes de lanzar a los ciudadanos estadounidenses a la miseria y vendiéndose como el salvador de las esperanzas económicas de empresarios y obreros, negando de raíz la lucha de clases y los problemas estructurales de la sociedad norteamericana. Sin embargo, los gringos no han votado guiados por temas como la violencia, la desigualdad, el narcotrafico, el aborto, la migración o la guerra, sino que se han guiado por su bolsillo… y aunque podamos asegurar que Trump no es del agrado de todo el electorado, lo cierto es que la gente en el norte siente esperanza de ganar más dinero con el magnate mandando y esa ha sido la gran carnada para los votantes.
Sin embargo, a pesar de las promesas electorales, nada cambiará de forma radical en el mundo, pues la presidencia en EEUU no es más que una máscara sobre un sistema elitista, un gobierno burgués y una doctrina imperialista. Entre los republicanos y los demócratas, solo existen algunas diferencias cuando se aborda la política en lo interno del país y cuando se distribuyen los financistas de sus campañas políticas. No obstante, cuando hablamos de política exterior no hay desencuentros profundos, sino prioridades reorganizadas, maneras de ejecutar planes y estéticas diferentes, pero la doctrina es exactamente la misma.
En la nueva administración de Donald Trump un tema importante será China, país al cual ve como un enemigo que avanza como un tren en materia económica y se posiciona con más fuerza en el terreno geopolítico. En este caso no se trata únicamente de un asunto técnico en materia macroeconómica, sino que hay implicaciones políticas al ser este país una potencia dirigida por el Partido Comunista bajo la doctrina del marxismo. El liderazgo y el mensaje que el desarrollo económico y social chino envía al mundo aplasta el sueño americano y permite pensar a la comunidad internacional, y en especial al Sur Global, en un nuevo orden mundial, donde los BRICS ya juegan un papel estelar.
Asimismo los migrantes continuarán siendo tratados como enemigos, de la misma manera que seguirá siendo tratada Cuba, a la cual seguirán acosando, obligandonos a pensar como latinoamericanos en la defensa radicalizada de esta nación, pues ya no se trata únicamente de un asunto ideológico, se trata del derecho a la vida de hombres y mujeres a los que pretenden sumir en la oscuridad a través de un bloqueo que ya nadie aprueba en el mundo.
Asimismo, el tema energético será abordado por Trump de manera especial, lo que introduce en la ecuación a Venezuela, Brasil y Arabia Saudita. La crisis energética producto de la belicosa y convulsa situación en el Medio Oriente, así como las sanciones impuestas a Rusia a razón de minimizar su capacidad económica en un contexto de guerra contra la OTAN, ha generado un alza significativa en los precios del petróleo y el gas. Esta circunstancia obliga a Trump a considerar nuevas estrategias en las relaciones con Venezuela, donde no se negociará el proyecto político bolivariano ni se limitarán las relaciones con países como China, Rusia e Irán en el plano político y económico, pero donde sí existe la voluntad de entablar relaciones comerciales y diplomáticas que se sustenten en el respeto a la autodeterminación de los pueblos, así como en el principio de ganar-ganar. De esta forma, a pesar de los discursos ofensivos en medio de la campaña y su panfletaria relación con Elon Musk, es posible que Trump se ponga su máscara de diplomático y en aras de mejorar la economía de su país comience a dialogar con el Gobierno Bolivariano dirigido por el Presidente Nicolás Maduro, para garantizar condiciones que permitan el intercambio comercial óptimo en materia energética, trayendo a la agenda nuevamente temas álgidos como CITGO, las medidas coercitivas unilaterales y el ejercicio de la soberanía sobre el estado Esequibo.
A propósito de esto. La obra expresionista titulada “Máscara”, creada por el artista norteamericano Jackson Pollock en 1941, me hace pensar que a pesar de las máscaras, ni la atmósfera que la rodea ni el rostro que cubre cambian su esencia, así mismo es el imperialismo. “Máscara” presenta una vibrante amalgama de trazos y formas disímiles que se cruzan y fusionan para conformar un rostro enmascarado en un ambiente abstracto, aterrador y nuboso, tal y como es el mundo de hoy. La obra invita a todo el que la ve a reflexionar sobre el caos y el instinto humano de sobrevivir. Pollock luchó toda su vida con su adicción al alcohol, pero perdió la batalla y murió ebrio en un accidente automovilístico a los 44 años, cuando ya era una leyenda y una influencia para los jóvenes artistas norteamericanos.
Es necesario destacar que, además de las muy conocidas obras con la técnica del dripping; los rostros, cabezas y máscaras son parte esencial de la obra de Pollock, estos mundos creados por el artista tienen una comunicación profunda con su propia crisis existencial, veo sus cuadros y me parecen tan tormentosos como los discursos de Trump (Le pido perdón al artista). Por sus antecedentes hostiles no le guardo nada de confianza al nuevo presidente, quizá a la inversa de Hitler debería abandonar la política y dedicarse a la pintura, le haría un favor a la humanidad.
Por David Gómez Rodríguez
@davidgomez_rodriguez