El mundo natural guarda tesoros insólitos que nos hablan de la historia de nuestro planeta, y uno de ellos es el majestuoso Árbol Pando, localizado en las inmediaciones de Fish Lake, en el estado de Utah, Estados Unidos.
Con una antigüedad estimada de entre 16.000 y 81.000 años, este gigante se extiende por más de 40 hectáreas y pesa alrededor de 6.000 toneladas métricas, lo que lo convierte en el ser vivo más antiguo conocido.
Pando, que en latín significa “Yo extiendo”, es en realidad un conjunto de 47.000 árboles que comparten un intrincado sistema de raíces y son genéticamente idénticos, su imponente altura de más de 24 metros no solo lo hace impresionante a la vista, sino que también le otorga un papel crucial en el ecosistema local, habiendo sobrevivido desde la última era glacial y sirviendo como testigo de miles de años de evolución climática y ecológica.
Sin embargo, la belleza y la longevidad de Pando enfrentan una seria amenaza; cuidadores de la zona han alertado sobre el avance de ciervos y vacas que, al alimentarse de los brotes jóvenes, están comprometiendo la existencia de este patrimonio natural.
De no tomarse acciones inmediatas, en apenas diez años podríamos ser testigos de la considerable disminución de este bosque milenario y de la alteración del ecosistema que depende de su presencia.
Los expertos subrayan que aún hay tiempo para actuar y revertir esta alarmante situación; se sugiere la ampliación de las cercas en áreas críticas del bosque para protegerlo de la fauna bovina y se urge a establecer un diálogo con la industria ganadera para priorizar la conservación de este invaluable legado natural.
La preservación del Árbol Pando no solo es una cuestión de historia, sino un imperativo vital para la salud del ecosistema global.
Con información de Nota de Prensa
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