La Franja de Gaza se tiñe de luto una vez más. Entre viernes y sábado, los implacables ataques del ejército israelí segaron la vida de unas 200 personas, dejando tras de sí un reguero de heridos y desaparecidos atrapados bajo los escombros.
Las incursiones, que no distinguieron entre cielo y tierra, golpearon refugios abarrotados de desplazados en el norte, centro y sur del enclave palestino, arrancando vidas, incluyendo las de niños que apenas comenzaban a caminar.
Imágenes que desgarran el alma recorren las redes sociales: padres y madres, con las manos temblorosas, buscan entre ruinas y cuerpos a sus pequeños, mientras el eco de las bombas sigue resonando; esta nueva arremetida agrava una crisis humanitaria que parece no tener fin, con un pueblo palestino asfixiado por el asedio y la violencia constante del régimen de Israel.
Mientras Gaza llora, en Israel la furia popular estalló este sábado. Miles salieron a las calles de Jerusalén para gritar su rechazo al gobierno de Benjamín Netanyahu, acusado de romper un alto el fuego sin lograr el regreso de los rehenes retenidos en el enclave.
La marcha, que llegó hasta la residencia del primer ministro, se tornó caótica cuando los manifestantes derribaron barreras y chocaron con la policía. “Algunos manifestantes violaron el orden público”, informaron las autoridades, que reportaron dos detenciones en medio del tumulto.
La escalada de violencia en Gaza y las protestas en Israel pintan un panorama sombrío, donde la paz parece un sueño lejano y la tragedia, una constante que no da tregua.
Con información de Nota de Prensa
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