Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, la portavoz María Zajárova ha lanzado una dura crítica contra las medidas coercitivas unilaterales aplicadas por Occidente, calificándolas como el recurso principal de las potencias tradicionales para intentar sostener una hegemonía global que se encuentra en franco retroceso.
Según la funcionaria, estas sanciones no solo representan una flagrante violación del derecho internacional, sino que funcionan como un sistema estructurado para socavar la soberanía política de los Estados y frenar el progreso económico, tecnológico e industrial de lo que denominó la «mayoría mundial».
Zajárova subrayó que tales acciones constituyen una injerencia directa en las facultades exclusivas del Consejo de Seguridad de la ONU, el único organismo legitimado por la Carta de las Naciones Unidas para imponer medidas de fuerza bajo criterios de paz y seguridad colectiva.
La diplomática argumentó que, bajo el pretexto de buscar soluciones pacíficas a conflictos, se esconden intereses geopolíticos que resultan jurídicamente indefendibles y que impactan negativamente en los derechos humanos al castigar a las poblaciones más vulnerables.
En su análisis, estas políticas son el mayor obstáculo para la consolidación de un orden multipolar más justo, pues están diseñadas para asfixiar el ascenso de las potencias emergentes del Sur y el Este global en beneficio de las antiguas estructuras coloniales.
Finalmente, reafirmó la voluntad de Moscú de liderar, junto a aliados estratégicos, una resistencia diplomática que ponga fin a las jerarquías impuestas y proteja la autodeterminación de las naciones frente a las presiones ejercidas por Washington y Bruselas, apostando por una arquitectura internacional donde la coerción no tenga cabida.
Con información de Nota de Prensa
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