Las calles de San Salvador vibraron este lunes con una marcha que unió fe y lucha: En homenaje a San Óscar Arnulfo Romero, el líder religioso asesinado en 1980 por su defensa de los derechos humanos, cientos de salvadoreños salieron a exigir la liberación de 238 migrantes venezolanos atrapados en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), la temida mega cárcel de Nayib Bukele.
Lo que comenzó como un tributo al legado de Romero se transformó en un grito contra la política migratoria que, según los manifestantes, lleva el sello de Bukele y el respaldo de Donald Trump.
Activistas y defensores de derechos humanos señalaron al CECOT, originalmente construido para pandilleros, como el nuevo símbolo de una cacería injusta; allí, los venezolanos permanecen “recluidos sin derecho a defensa ni un debido proceso”, según denuncias que han cruzado fronteras y llegado a oídos de organismos internacionales.
La protesta apuntó directo a la dupla Bukele-Trump, acusada de criminalizar a los migrantes en una maniobra que mezcla represión y mano dura antinmigrante.
Desde Venezuela, el eco de la marcha resonó con fuerza: Familiares de los retenidos y el gobierno nacional han levantado la bandera del retorno seguro, mientras sectores políticos señalan a la extrema derecha como cómplice de esta persecución.
En el corazón de la movilización salvadoreña, el mensaje fue claro: la libertad de los 238 venezolanos no es negociable, y la sombra de Romero sigue iluminando la lucha por la justicia.
Con información de Nota de Prensa
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