9 de mayo de 2025

¡Tradición onomástica! El primer acto que realiza la iglesia católica tras la designación del Papa es la elección del nombre pontificio

Uno de los primeros actos de un nuevo Papa tras su designación en el Cónclave es la trascendental elección del nombre pontificio con el que será conocido por la Iglesia Católica y el mundo. Esta costumbre, arraigada profundamente en la historia del papado, se ha mantenido prácticamente inalterable desde el año 955, cuando fue elegido el Papa Juan XII.

Desde aquel entonces, de los 266 pontífices que han liderado la Iglesia Católica, 129 optaron por cambiar su nombre de bautismo al ascender al trono de San Pedro. Esta elección no es fortuita y puede revestir diversos significados. Adoptar el nombre de un predecesor puede interpretarse como una señal de profundo respeto, admiración por su legado o un explícito reconocimiento de su labor pastoral y teológica.

No obstante, la tradición también permite la innovación, como lo demostró el recientemente fallecido Papa Francisco, quien sorprendió al mundo al inclinarse por un nombre «nuevo» en la historia del papado.

El ritual de la adopción de un nuevo nombre papal tiene sus raíces en los albores del cristianismo. El primer Papa, San Pedro, elegido directamente por Cristo, originalmente se llamaba Simón. Sin embargo, durante los cinco siglos siguientes, los pontífices mantuvieron sus nombres de pila. Un punto de inflexión llegó en el año 533, cuando Mercurio, cuyo nombre evocaba al dios romano, eligió ser conocido como Juan II.

Diez años antes, en el 523, el nombre de Juan fue seleccionado por primera vez como nombre pontificio, marcando el inicio de una tendencia que lo convertiría en el más elegido a lo largo de la historia, con un total de 21 ocasiones. Curiosamente, la numeración omite a Juan XX. El último en portar este nombre fue el italiano Angelo Giuseppe Roncalli, designado en 1958 y recordado como el entrañable Juan XXIII. Otros nombres que han gozado de gran recurrencia en la historia papal son Gregorio y Benedicto (elegidos 16 veces cada uno), Clemente (14), Inocencio y León (13), y Pío (12).

Un hito en esta tradición se produjo en 1978, cuando Albino Luciani hizo historia al ser el primer Papa en elegir un nombre compuesto, Juan Pablo I.

El Nombre Prohibido

Desde la designación de Juan XII en el siglo X, solo dos Papas decidieron mantener sus nombres de bautismo al ser elegidos para el pontificado. Estos fueron Adriano VI, cuyo breve reinado transcurrió entre 1522 y 1523, y Marcelo II, quien ocupó el trono de San Pedro en 1555.

La elección del nombre papal es, por tanto, un acto cargado de simbolismo, que conecta al nuevo pontífice con la rica historia de la Iglesia y a la vez puede señalar la dirección y el espíritu de su futuro liderazgo.

Con información de Nota de Prensa

Foto Cortesía

Comparte esto