En un operativo que durará hasta dos años, equipos forenses internacionales han comenzado en Tuam, condado de Galway, Irlanda, la exhumación de los restos de cerca de 796 bebés y niños pequeños que fallecieron entre 1925 y 1961 en un hogar para madres solteras gestionado por monjas de la orden Bon Secours.
La investigación se desencadenó tras los hallazgos documentados en 2014 por la historiadora local Catherine Corless, quien reveló certificados de defunción para casi 800 infantes sin registro de entierro oficial”.
La tumba colectiva estaba dentro de lo que fuera un tanque séptico abandonado, ahora bajo un conjunto habitacional; en las labores exploratorias de 2016-17 ya se identificaron restos humanos, zapatos de bebé e imperdibles en cámaras subterráneas bajo una zona verde cercana a una zona recreativa.
El organismo estatal Office of the Director of Authorised Intervention (ODAIT) lidera la exhumación junto a expedientes internacionales de Colombia, España, Reino Unido, Canadá y Estados Unidos. El equipo, encabezado por Daniel MacSweeney, tendrá como objetivo exhumar, analizar, identificar en lo posible y finalmente reenterrar los restos con dignidad.
Familiares de las víctimas, como Anna Corrigan —quien sospecha que dos de sus hermanos se encuentran en ese sitio— han aportado muestras de ADN para facilitar los procesos de identificación.
La tragedia revelada se inserta en un contexto nacional doloroso: una comisión estatal informó que alrededor de 9.000 niños murieron en 18 instituciones similares durante décadas de trato abusivo por parte del Estado y la Iglesia católica. Se contabilizó que decenas de miles de mujeres y menores pasaron por esos centros en toda Irlanda.
Más allá del dolor que representa remover esos vestigios, muchos familiares consideran este momento una oportunidad para honrar la memoria de los niños olvidados, y para que Irlanda enfrente una de sus páginas más oscuras con mano firme y conciencia colectiva.
Con información de Nota de Prensa
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