En la ciudad italiana de Mantua, una obra maestra de Pablo Picasso fue el escenario de una peculiar protesta por parte de cinco jóvenes activistas del colectivo Rebelión Animal: El grupo utilizó estiércol para ensuciar el cristal que protege el cuadro «Femme couchée Lisant», como parte de una manifestación contra la empresa Levoni, propietaria de un matadero en la región.
Afortunadamente, el cuadro expuesto en la muestra «Picasso en el Palacio de Te: Poesía y salvación» no sufrió daños; los activistas fueron arrestados y argumentaron que su acción era un rechazo a la compañía cárnica, que se integró en 2022 a la fundación encargada del Palacio de Te, una institución cultural vinculada al Ayuntamiento de Mantua.
En sus redes sociales, los activistas denunciaron: “Sabemos bien los crímenes de Levoni: las granjas que suministran a esta marca están bajo investigación por maltrato animal y por las precarias condiciones higiénicas”.
Los manifestantes también señalaron que la empresa “mata a miles de cerdos a la semana por mero lucro, causando grandes daños ambientales a toda la provincia”; la rápida intervención del personal del Palacio de Te evitó mayores consecuencias, aunque las visitas a la exposición de Picasso fueron temporalmente interrumpidas.
Alessandro Beduschi, consejero regional de Agricultura de Lombardía, criticó la protesta y la calificó como “un ejemplo de fanatismo que se ha convertido en moda, atacando tanto al arte como a la agricultura”; además, Beduschi advirtió que este tipo de acciones “alejan cualquier posibilidad de diálogo y compromiso constructivo”.
Esta protesta ha generado un debate sobre los límites de las manifestaciones y su impacto en el patrimonio cultural y la sociedad.
Con información de Nota de Prensa
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