El Espíritu de la Navidad es más que una figura simbólica, es una entidad espiritual que personifica los valores más elevados de la humanidad: La abundancia, la paz, esperanza y el amor incondicional, se trata de una tradición que ilumina los corazones.
Su presencia, aunque intangible, se siente profundamente en cada rincón de la tierra, cuando su llegada marca un momento de reflexión, esperanza y gratitud.
Refiere su historia que tiene raíces profundas en las tradiciones paganas de los antiguos pueblos nórdicos y germánicos. Estas culturas celebraban el solsticio de invierno con la festividad del Yule, un ritual dedicado a los dioses que giraba en torno al fuego y la renovación, durante esa época, se encendían grandes hogueras, y se realizaban sacrificios en honor a las fuerzas cósmicas que regresaban con el solsticio, prometiendo un nuevo ciclo lleno de prosperidad.
Con la llegada del cristianismo, los rituales del Yule se fusionaron con las enseñanzas cristianas, dando origen a la figura de un ser divino que traía consigo amor y prosperidad a la humanidad. Con el tiempo, esta figura se transformó en lo que hoy conocemos como el Espíritu de la Navidad, un símbolo de generosidad y bondad, que visita los hogares durante la noche del 21 de diciembre.
La tradición dice que el Espíritu de la Navidad desciende a la Tierra la noche del solsticio de invierno, entre las 9:00 y las 00:00. Este es un momento propicio para hacer peticiones y deseos, especialmente aquellos que estén imbuidos de bondad y pureza. Se cree que el Espíritu responde a las intenciones generosas y a los actos de amor, cumpliendo los deseos más sinceros de quienes lo reciben con un corazón limpio.
La llegada del Espíritu de la Navidad no es solo un momento de contemplación, sino también una oportunidad para realizar rituales que fortalezcan el lazo con lo sagrado y nos preparen para un año próspero. El primer paso en la preparación es la limpieza profunda del hogar, simbolizando la purificación y la creación de un espacio lleno de energía positiva.
Una de las tradiciones más conocidas es la de escribir 21 deseos en un papel, los cuales deben ser quemados para liberar su energía y permitir que se materialicen en el año que comienza, este acto es una forma simbólica de dejar ir lo viejo y hacer espacio para lo nuevo. Además, se recomienda encender velas de colores específicos como el rojo, el anaranjado y el dorado, que representan el fuego, la vitalidad y la abundancia.
Otro ritual importante es la colocación de frutas como mandarinas o limones, símbolos de salud y prosperidad, y la esparción de sal gruesa en el hogar para limpiar las malas energías, también es beneficioso rociar una mezcla de agua, azúcar y canela para atraer la buena fortuna.
El Espíritu de la Navidad también invita a la unión familiar y espiritual. La tradición de compartir una cena en esta noche especial no solo fortalece los lazos familiares, sino que también nos permite reflexionar sobre lo que realmente importa, el amor, la paz y la generosidad, al celebrar juntos, se crea un espacio lleno de armonía y gratitud, lo que abre las puertas a una conexión más profunda con el Espíritu.
En este momento tan especial, las oraciones juegan un papel crucial al abrir el canal entre lo terrenal y lo divino. Una oración de agradecimiento y petición para recibir al Espíritu de la Navidad.
Oración de Agradecimiento
“En nombre de Dios, en armonía para todo el mundo, de acuerdo con la voluntad divina, bajo la gracia y de manera perfecta, damos gracias al Espíritu de la Navidad por su generosidad. En esta hermosa fecha que estamos viviendo, entregamos estas peticiones para que, si está en la ley, sean cumplidas de manera perfecta. Deseamos que tu infinito Amor y Bondad acepten de antemano el agradecimiento por estos favores que serán cumplidos”.
Esta oración expresa nuestra gratitud por las bendiciones recibidas y la esperanza de que el Espíritu de la Navidad continúe guiándonos hacia un futuro lleno de paz y prosperidad.
Con información de Portales Digitales
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