En el corazón de la Semana Santa, el Martes Santo emerge como un momento de profunda introspección para los católicos venezolanos, enmarcado en la tercera jornada de esta celebración que inicia con el fervor del Domingo de Ramos y culmina en la alegría del Domingo de Resurrección.
Este día, cargado de simbolismo, invita a los fieles a meditar sobre los eventos que marcaron los últimos días de Jesús de Nazaret.
Conocido como el “Martes de controversia”, el Martes Santo rememora los intensos debates entre Jesús y los sacerdotes que cuestionaban su autoridad para enseñar y obrar milagros; es también un día que prepara el camino hacia el Triduo Pascual, el periodo sagrado que abarca desde el Jueves Santo hasta el Sábado de Gloria, donde la pasión, muerte y resurrección de Cristo se convierten en el centro de la fe.
Uno de los pasajes más conmovedores de esta jornada, según el Evangelio de San Juan, es el instante en que Jesús anticipa la traición de Judas; en un gesto cargado de significado, el Maestro entrega un trozo de pan untado a su discípulo y le dice: “Lo que tienes que hacer, hazlo enseguida”. Este acto, narrado con sobriedad, resuena entre los creyentes como un llamado a enfrentar las pruebas con valentía y confianza en la voluntad Divina.
En Venezuela, el Martes Santo se vive con recogimiento en iglesias y hogares, donde las familias se reúnen para orar y reflexionar, las comunidades parroquiales organizan actividades litúrgicas que fortalecen el espíritu de unidad y esperanza, recordando que, incluso en medio de la controversia y la traición, la fe permanece como un faro de redención.
Con información de Nota de Prensa
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