En un giro sorprendente de los acontecimientos, dos ex agentes del Mossad, la célebre agencia de inteligencia israelí, han compartido detalles escalofriantes sobre una operación clandestina que dejó una huella de destrucción en el Líbano.
Según sus declaraciones, la misión tenía como objetivo desmantelar a la cúpula del movimiento chií Hezbollah mediante un ingenioso uso de dispositivos explosivos disfrazados.
La operación, que se llevó a cabo durante dos días en septiembre, resultó en la muerte de decenas de personas y dejó a más de 3.000 heridos, incluyendo tanto miembros del grupo militante como a civiles inocentes.
«La trama detrás del plan para hacer explotar miles de localizadores y ‘walkie-talkies’ fue meticulosamente orquestada», afirmaron los ex agentes, cuyas identidades se mantienen en reserva.
Los inicios de esta arriesgada estrategia se remontan a más de diez años atrás, cuando se manipuló un lote de dispositivos que luego fueron vendidos a un miembro de Hezbollah; de acuerdo con uno de los agentes, conocido bajo el seudónimo de Michael, el grupo chií adquirió 16.000 “walkie-talkies con trampas explosivas a un buen precio”, diseñado para evitar cualquier sospecha sobre su procedencia.
El Mossad utilizó técnicas sofisticadas, incluyendo la creación de una empresa ficticia que facilitó la transacción sin dejar rastro: «La agencia tiene un abanico increíble de posibilidades de crear empresas extranjeras que no tienen forma de ser rastreadas hasta Israel», aseguraron los ex agentes.
Dado que los “walkie-talkies” no eran típicamente utilizados por Hezbollah, el Mossad se vio obligado a desarrollar un nuevo dispositivo altamente letal: el buscapersonas; estos dispositivos fueron modificados para albergar explosivos, y su efectividad fue probada repetidamente en simulaciones.
Gabriel, el segundo agente, comentó que convenció a Hezbollah sobre la superioridad del nuevo dispositivo en parte a través de anuncios falsos en YouTube que los promocionaban como tecnológicos y de bajo consumo.
Para llevar a cabo esta compleja operación, el Mossad también recurrió a empresas fantasmas, incluyendo una con sede en Hungría, que colaboró sin saberlo, facilitando así la asociación encubierta entre la empresa taiwanesa Gold Apollo, proveedora de los dispositivos, y la agencia israelí.
La revelación de esta operación pone de manifiesto las tensiones que continúan latentes en el Medio Oriente, y plantea interrogantes sobre las implicaciones de tales maniobras encubiertas en el escenario internacional; la comunidad internacional observa con atención mientras se despliegan nuevos capítulos en el conflicto.
Con información de Nota de Prensa
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