Un manto de luto cubre a República Dominicana tras el colapso del techo de la emblemática discoteca Jet Set, un suceso que dejó un centenar de víctimas mortales y decenas de heridos; lo que inicialmente parecía un accidente inexplicable comienza a arrojar respuestas: negligencia estructural y decisiones cuestionables del propietario, Antonio Espaillat López, habrían sellado el destino de esta tragedia que hoy conmueve al pueblo dominicano.
Según revelaron medios locales, el desplome no fue un capricho del destino, sino el resultado de años de descuido: Tras un incendio en 2023 que obligó a cerrar el local, la estructura dañada nunca fue demolida. En lugar de reforzarla, se le añadieron dos plantas eléctricas, un transformador y equipos de aire acondicionado, sobrecargando un techo ya frágil.
Empresarios cercanos al dueño alertaron al arquitecto que “la estructura debían demolerla para rehacerla a fin de generar una losa aérea más segura”; sin embargo, las advertencias fueron ignoradas, y la discoteca reabrió sus puertas sin las reparaciones necesarias.
Mientras Jet Set languidecía, Espaillat López volcaba su atención en proyectos ostentosos fuera del país: En 2022, en plena pandemia, inauguró el Radio Hotel, un exclusivo complejo en Upper Manhattan, Nueva York, con tarifas desde 160 dólares la noche y un costo de 300 millones de dólares.
Esta inversión, realizada cuando la economía dominicana sufría una contracción del 6.7% del PIB en 2020, ha levantado sospechas sobre las prioridades del empresario, cuyo emporio creció tras adquirir frecuencias vinculadas al escándalo de Baninter, un fraude que dejó un hueco de 2.200 millones de dólares al Estado.
Las autoridades dominicanas investigan a fondo las causas del colapso, pero Espaillat López guarda silencio, esta historia sirve como recordatorio de las consecuencias de priorizar el lujo sobre la seguridad; por ahora, el pueblo dominicano llora a sus muertos y exige justicia ante una catástrofe que pudo haberse evitado.
Con información de Nota de Prensa
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